sábado, 26 de abril de 2014

POEMAS

VIDA SOCIAL

Esta tarde
han venido 
la lluvia y los petirrojos
y, a ratos, un tímido sol.
He sacado
mi mejor porcelana
para tomar café con ellos.
Me gusta
la vida social.
Sólo echo la siesta
si viene
a visitarme alguien.




SONETO

Desde lo más alto, aquí me encuentro
a una cruz de pies y mano clavado,
en andas y de flores adornado,
saetas me cantan desde su adentro.
Nadie se pone a pensar que no quiero,
con esta herida abierta en mi costado,
que me lleven de aquí para otro lado
sino bajarme de este vil madero.
Mi lugar es estar entre la gente,
no merezco el centro ni el altar,
mas bien ser el ultimo penitente.
No quiero cada año resucitar
ni ascender a una gloria inexistente

porque más que un dios, solo soy un mortal
ROMANCE DE LA MORILLA

 ¡Ay, la más linda morilla!
que va a la fuente a por agua,
hasta la "Torre  la Vela"
se inclina cuando ella pasa.
De la fuente de la Bicha
con el cántaro a la espalda
por la Carrera del Darro
al mismo pie de la Alhambra,
lleva sus rizos morenos
bailando sobre su cara
y debajo de las cejas
por ojos, dos esmeraldas.
Cuanto daría ¡ay madre!
si con ellos me mirara,
que daría cuanto tengo
para que fuera mi amada.
Sus caderas son perfectas,
¡las mueve con tanta gracia!
que van perfumando el aire
de una exquisita fragancia
de almizcle y de azahar
de artemisa de montaña.
Por la noche soñaré
con su piel tan bronceada,
le contaré a la luna
que la quiero con el alma.
Iré a verla de nuevo,
la esperaré en "Birrambla",
me acercaré dulcemente
con ramo de flores blancas
como blanca es su pureza
y la luz que la acompaña.
Viene por el Zacatín,
al fondo Sierra Nevada,
está más bella que nunca
camina como las hadas.
Cuánto la amo le diré
que me despierto al alba
con el único pensar
de venir a contemplarla,
que le daré cuanto tengo,
mi vida, si hiciera falta
como entregó Boabdil
entera toda Granada.

Invierno
Decidió
aquel invierno,
regalarnos unas calles
en blanco y negro,
por las que pasear
y llenar de cálidas caricias.
Decidió
aquel  invierno,
abrigarnos de nieve,
de una nieve
que con el tiempo
nos abandonó.
Siguió a un sol descolorido
que fue deshaciendo
aquel recuerdo de ti
y del que sólo me queda
un trozo de hielo
entre mis manos.

Aquel instante
el tiempo lo ha dilatado,
en páginas de vida
sobre las que he derramado,
cada día,
la tinta de la ternura,
para con mano enamorada,
la pluma del deseo y
la caligrafía de la comprensión,
escribir una historia,
al igual que este poema,
sólo para ti.



Una inquieta flor
se ha asomado al invierno.
Su intenso olor
 me trae recuerdos
de mi ciudad natal
en los que el perfume de la noche
cubría con torpeza
los anhelos.
Absorto,
su ingenuidad
me llena de tristeza.
Estará marchita,
aunque no lo sepa,
antes de la primavera.


Entre voces,

más allá de los pupitres,
una mirada
vestida de traje,
observa.
Adornada de arrugas,
su triste sonrisa
le envuelve
de recuerdos
Sentado frente a la calma,
el huerto  destrozado
y la palmera malherida,
impiden el olvido
de la tormenta.

Anónima
Cuando nos cruzamos,
miras.
Una mirada
buscas,
que diga:
no estás sola.
Imagino
una casa deshabitada,
conocidos extraños
amigos anónimos
Café solo
La puerta se abre.
Tomamos un café en la distancia.
El vapor de la máquina
diverge destinos,
irrita los sentidos
el estruendo.
La estela
del amargo sabor,
invade el paladar.
Se cierra la puerta.

Llueve
Nos encierra la lluvia
que encuentro  en tu piel.
En cada pliegue
puedo escuchar
tu sonrisa.
Momento a momento
muestras el camino
con olor
a tierra mojada.

Nostalgia
Se nubla la tarde
entre los helechos
y trae con el gris,
el cuerpo desnudo
que hace un tiempo,
vestía con mis brazos


Reflejo erótico
Sensual,
te asomas.
Su mirada
te desnuda lentamente.
Sientes las caricias
del húmedo pincel
Se apodera con calma
de las luces y las sombras
de tu piel.
Te va haciendo,
poco a poco,
suya.
Quedas a la deriva.
Alcanzas
un éxtasis
de olores y colores
que te arrastra
hasta el lienzo.
Exhausta de placer,
contemplas
en tu figura
el reflejo erótico del amor.

De forma inesperada
tu rostro se ha llenado
de palabras
que nunca mencionaste.
Me lanzan a un abismo,
lejos de ti,
donde me espera
una casa vacía
y el hueco de una cama
aun caliente por tu cuerpo.

La noche, 
huérfana,
se convierte en compañera,
rompe la soledad
y me acoge
en un sueño
más allá
del vacío que produces
cada vez que te vas

La chica del escaparate
Me conoce
la chica del escaparate
Le hablo con el pensamiento.
Responde
con una sonrisa sin arrugas.
El tiempo
a golpes de moda,
nos separa
tras un cristal.

Ella
Para encontrarme con ella
subo
Allí está,
tranquila,
 sosegada,
dejándose ver,
la contemplo.
Me acerco.
Me llega su fragancia.
Me habla,
me cuenta historias.
Nos abrazamos,
sigo mirándola.
Se introduce en mi pupila.
Toda la vieja y moderna ciudad
a mis pies.
Me alejo,
ella me acompaña.
Niño del uniforme azul
y mirada triste,
rompimos las escarchas
de las mañanas del invierno.
Entre cardos, campanillas y amapolas
atravesamos las primaveras.
Disfrutamos de incansables juegos
en las tardes de verano.
Siempre me esperaba.
Nada le dí a cambio,
al niño del uniforme azul
que cuidó de mí,
camino de la escuela.

En un rincón
Una mesita,
una butaca,
una lámpara,
unas gafas,
un periódico,
varios libros.
Una taza de café,
un papel
y una estilográfica.
En el papel,
una poesía 
llena de tachones.

Ausencia
Llena de fabulaciones
tu ausencia
Imagino que estás,
me abrazas,
te sonríes,
me besas,
Sobre todo
me abrazas.
No llamas.
Duele

Ciudad de destino
Penetro en la ciudad,
desconocida,
como si acudiera por primera vez.
El horizonte
se deshace con agonía
en la espesura de unos edificios
que dan la bienvenida
fríamente.
El sol
compite
con la luces de las farolas
que iluminan una lenta hilera de coches.
Las fábricas y el puerto
dejan atrás
horas de esfuerzo e ilusiones.
El aire
contamina
de extranjero.
El tiempo
anuncia que me acerco.
Fin del camino.
El taxi expulsa al abandono
de un destino
que nunca debió existir.

Paseo de los Tristes
Llego
con el cansancio del atardecer.
Envuelto en sonidos,
el río,
las guitarras,
el aire se perfuma
de galanes y jazmines.
Aún queda cerca
el recuerdo de su piel
y el adiós.
Cae la noche.

En la cara,
dos lunares
a cual más imprescindible.
Tus ojos,
de jalea.
Sin piedad se lanza
tu sonrisa
sobre mí.
Dos curvas,
delante del corazón,
la adolescencia llega.
Tus caderas,
acarician.
Mi imaginación,
tú.





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